sábado, 25 de agosto de 2018

Fortaleza



De niño solía pensar que una persona fuerte era alguien que tenía la fuerza necesaria para levantar una gran cantidad de peso, así como los levantadores de pesas olímpicas; pensaba que fuertes eran aquellas personas capaces de derribar a otra persona o a un grupo de oponentes así como estamos acostumbrados a ver en las películas de acción de Tom Cruise, Jackie Chang o Rocky.

Luego en la universidad la definición de fuerza tomo otro significado uno mas cientifico, el producto de la masa por la aceleración  así también que todos los objetos pueden ser movidos si se le induce la fuerza necesaria. De este mismo modo, puedo decir que una persona fuerte es cada una de aquellas que se levantan cada día a pesar de las dificultades. Lo cierto es, que a través de los años conocí diversos tipos de fortaleza, pero ninguno me llenó más de tristeza, felicidad, admiración, frustración –todo esto al mismo tiempo– que la fortaleza de mi madre en sus últimos días de vida.

Les contextualizare un poco, en el último mes y medio de vida mi mamá había pasado a través de dos cirugías, una incontable cantidad de inyecciones, exámenes de sangre, decenas de distintos medicamentos que iban a “mejorar” su condición de forma rápida, mientras luchaba con una enfermedad que hacía que su sistema inmune no se reconociera a sí mismo y se autodestruyera creando cambios tantos químicos como físicos en su cuerpo, uno de los cambios más notorios fue la textura y color de su piel que se oscureció en gran escala así también perdía su elasticidad, así también, debido a la enfermedad su cuerpo empezó a crecer de forma desmesurada sus extremidades se hinchaban cada día más lo que causaba dolor inclusive estando acostada, todo esto acompañado de noches en vela sin poder dormir debido a los constantes cuidados médicos que recibía.

Todo lo mencionado anteriormente tienen como consecuencia muchas cosas pero la principal y más inmediata es el dolor, cada día que pasaba solo veía en la cara de mi madre era dolor, sufrimiento que siempre escondía detrás de una sonrisa para mí y mis hermanas, mientras me decía “todo va a estar bien” aun cuando yo sabía muy en el fondo sin querer admitirlo a mí mismo que no lo iba a estar. Aun cuando estaba en un momento en el que debería estar pensando solamente en ella, no había un solo día en que no me preguntara como estaba, como me sentía, como iban las cosas en la universidad, si había comido, si había dormido bien… eso es algo que jamás voy a olvidar, como aun cuando necesitaba ser cuidada aun quería cuidar de mí. 

La fortaleza de mi mamá no solo estaba en que aguanto todo ese gran sufrimiento –que hasta el día de hoy me pregunto porque tuvo que pasar por todo eso– sino más bien en que nunca se quejaba, siempre la vi tranquila, sonriendo, y cuando el dolor era muy abrumador solo podía ver como cerraba los ojos fuertemente, nunca perdió la fe en Dios más bien me alentaba a que buscara más de él, que dejara mi vida en sus manos. Fortaleza porque aun cuando tenía todas las cartas en su contra ella aun apostaba a por su vida, a seguir viviendo, a no abandonar este mundo, a no dejar a su familia y eso amigos míos solamente lo hace una persona con una gran fortaleza, mi madre estuvo por muchos días comprando días de vida que pagaba con dolor.

No se los voy a negar, mientras escribo esto no puedo evitar que mis lágrimas se derramen ni que mi corazón se encoja, pero necesito que mi madre sea recordada como una mujer que nunca se dio por vencida, siempre lucho por construir una familia, por ser una mujer correcta y bondadosa, de carácter fuerte pero llena de amor, generosa y sobretodo una mujer llena de fe que se aferró a su vida hasta el último segundo. 



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