“Dios le da
las batallas más fuertes a sus mejores guerreros” si esta premisa es cierta
entonces los venezolanos tenemos que estar entre su grupo elite de guerra. El
jueves 07 de Marzo alrededor de las 4 de la tarde inició el apagón más grande
por falta de energía eléctrica en Venezuela y a nivel mundial.
Las primeras horas
En Venezuela
es común la falta de energía eléctrica, “se fue la luz” como decimos aquí por
lo general dura unas pocas horas, pero lo que inicio el jueves no tiene precedente.
Para los que somos del interior del país sabemos que si en Caracas no hay
electricidad entonces la cosa es grave y en Caracas tampoco había luz.
Según los
voceros oficiales al principio el problema se solucionaría en 3 horas; en las
primeras horas ya se veían un poco los estragos, las transacciones bancarias
eran difíciles de realizar, las telecomunicaciones en algunos lugares empezaron
a fallar y de a poco la desesperación se empieza a hacer espacio dentro de
nosotros.
Pasaron las 3
horas y la electricidad aún no se restablecía, y cae la noche entonces es
cuando dormir empieza a ser un suplicio en vez de un acto placentero. Por
fortuna –al menos para mí– el día anterior al apagón había viajado desde Apure
a Valencia, y en San Diego que es donde he pasado todos estos días el clima de
verdad es bastante privilegiado, y pude dormir con las ventanas abiertas y
sobrellevar así un poco la situación, pero pensando en mis familiares y amigos
que no tienen la suerte de estar en un lugar con un clima tan privilegiado.
De a poco y
con el pasar de las horas el desespero crece “¿Cuándo va a llegar la luz?” me
repetía ya en la mañana del viernes, “¿Qué leíste en twitter? ¿A qué hora va a
llegar? Qué ladilla esta situación”. Y las interrogantes y la angustia
solamente crecen.
Ya los
teléfonos celulares y equipos electrónicos se empiezan a descargar y la
comunicación con nuestros familiares es cada vez más difícil pero, piensas en
cada momento “¿Cómo estarán? ¿Ya tendrán luz? Se le apago el teléfono ¿y
ahora?” En la calle ya se veían personas comprando botellones de agua, hielo
porque luego de estar 24 horas sin luz, es inevitable pensar “esto es para
rato”.
“Imagínate como estarán los hospitales”
Eso fue lo que
me dijo uno de mis amigos mientras estábamos hablando, y la verdad es que no
quería ni imaginarme la cantidad de personas –que supuestamente– estarían
muriendo con el pasar de las horas, personas con respiración artificial,
personas en cuidados intensivos, bebes en incubadoras y pare usted de contar.
Hace un año yo
estaba con mi mamá hospitalizada en Barquisimeto –que por cierto, esta
localidad al momento que estoy escribiendo suman unas 98 horas sin
electricidad– y de verdad que son momentos bastantes estresantes debido a la
escasez de medicinas, más la enfermedad de la persona en sí, como para también
preocuparse porque no puede obtener los mejores cuidados por una precaria
situación o que la falta de electricidad no permitan atender alguna eventualidad.
A todos
aquellos que perdieron a un ser querido en medio de este desastre y estén leyendo
esto, les quiero decir que lo siento mucho, su perdida no tuvo por qué haber
pasado y poco a poco tu corazón y mente se van haciendo a la idea de una vida
sin ese ser especial.
Alegría de 2 horas
Luego de dos
noches y 40 horas sin electricidad, todos los celulares descargados y sin
ninguna información de tus seres queridos y de que carajos está sucediendo en
el país, de la nada se escucha un sonido
propio de los equipos eléctricos y no les voy a mentir me alegré mucho porque
“al fin iba a terminar el suplicio”, cargar el celular, la comida no se iba a
dañar porque después de tanto tiempo iba a poder refrigerarse, además de poder
comunicarme con mi familia –divino tesoro lo que es la comunicación–.
Lo cierto, es
que esa alegría solamente duró dos horas, solamente vivimos dos horas de
electricidad, según la versión oficial luego de haber sido restablecido el
sistema en su totalidad, la guerra eléctrica realizó otro ataque electrónico,
la versión que yo creo es que debido a la ineficacia y un error de calibración
en las máquinas generadoras de energía del Guri, dio como resultado que el
apagón se prolongara por muchas horas más.
$3 por una bolsa de hielo
“En las crisis
mientras unos lloran otros venden pañuelos” también podría agregar que en
Venezuela “alguno también se burlan de las necesidades de los demás” porque lo
que se vive en las últimas horas no tiene nada que ver con ese “Venezolano,
amable y hospitalario” que tanto profesamos que somos
Les
contextualizo un poco, como acabo de llegar de Apure, por lo general –y esta
vez no fue la excepción– siempre compró una gran cantidad de carnes para
ahorrarme dinero, por la diferencia de precios de la misma entre Apure y
Carabobo, entonces tenía un refrigerador con alrededor de 9 kg de carnes
propias más unos 10 kg de mis José y Desiree –con quien me estoy quedando en
San Diego–.
El sábado en
la tarde cuando ya sumaban unas 48 horas sin luz, me dispuse a buscar hielo por
toda Valencia para poder refrigerar y así mantener toda la carne, las calles
todas eran un caos, personas buscando agua, otras ingiriendo alcohol y otras
que como nosotros comprando hielo donde sea que se encontrase, estuvimos
alrededor de una hora buscando donde comprar hielo, luego de haber recorrido
diversos establecimientos en una licorería nos informaron que venderían hielo
“en 30 minutos” pasaron las horas y el hielo nunca llego, nos dispusimos a
irnos a casa ya que eran cerca de las 6 de la tarde.
Más adelante
divisamos una cola, nos acercamos y efectivamente estaban vendiendo hielo a nada
más y nada menos que $3 dólares en efectivo, entonces ¿Cómo es que el dólar no
es la moneda oficial de Venezuela? Si a la hora de la verdad todo se hace con
billetes verdes. No pudimos comprar hielo en dólares, pero si logramos
conseguir en un supermercado cerca de la casa en bolívares en efectivo –cosa
más difícil que conseguir que los propios dólares– en una sola transacción vi
cómo se iban dos semanas de conseguir efectivo.
También vi
publicaciones de personas que informaban el precio de las bolsas de hielo en
$5, 7$ hasta $10 en algunas localidades, 1$ por cargar el celular por 10
minutos, $5 dólares por un botellón de agua potable, entonces es esto lo que
somos ¿Un montón de vividores y aprovechadores de las situaciones de crisis y las
necesidades de los demás para poder lucrar? No logro explicarme ¿Dónde está el
venezolano buena gente? Porque lo que más veo en la calle es venezolanos
jodiendo a otros venezolanos.
Al tercer día
A menos que lo
hayas vivido, no puedes imaginar la desesperación que se siente el no saber de
tu familia, no saber en qué momento se va a terminar esta situación, cuando va
a poder tu vida volver a la normalidad, la desesperación te invade, te vuelves
irritable, cualquier cosa te molesta, aun cuando intentas mantener la calma y
ser racional, todas las dudas aun te embargan porque, el hielo, el agua
potable, la conservación de los alimentos y cualquier solución que consigas es
solamente temporal si la situación continúa.
Al tercer día
sin electricidad vi personas recogiendo agua en botellones de donde fuese que
encontrarán, las caras de las personas era de preocupación, de cansancio,
porque aun cuando lo mejor que podías hacer para que el tiempo pasara más
rápido era dormir, no se descansa debido a la preocupación. Es que no pensar en
lo que estás viviendo es como tratar de romper una pared de concreto a golpes,
tarea casi imposible, y sobre todo la impotencia de que no puedes hacer nada
para solucionar el problema.
El domingo las
personas se reunían en los pocos centros comerciales que tenían generadores de
electricidad propios para poder cargar sus celulares y estar comunicados con
sus familiares y de que lo que está pasando en el país; en twitter se leían
infinidad de teorías de que era lo que estaba pasando, que no se iba a
solucionar pronto, que el problema es más grande de lo que se pensaba, personas
–supuestamente, no tengo manera de confirmar esto– muriendo en los hospitales y
noticias que solo puedo calificar de alarmantes porque estas son cosas que no
deberían pasar.
Por mi parte
estaba preocupado por mis familiares en todos los estados, por mis hermanas
menores, una en Maracay y otra en Apure de las cuales no sabía nada “¿Estarán
bien? ¿Habrán comido? ¿Tendrán agua? ¿Estarán durmiendo bien?”
¡Llegó la electricidad!
A la 1 de la
mañana y luego de 81 horas sin electricidad, en San Diego, Carabobo se
restableció la electricidad, me alegre mucho no se los voy a negar vi fin a
esta pesadilla pero ahora vivo con la zozobra de por cuanto tiempo voy a poder
contar con este servicio “La luz se va a las dos ¿Aún tienes luz? La luz la van
a racionar por 12 horas al día” ¿Realidad? Aún no lo sabemos aun
Otros estados no han sido tan afortunados y
aún están oscuras, comida pudriéndose, gente desesperada por verle fin a este
sufrimiento sin sentido y sin precedentes y sobretodo personas perdiendo su
vida, todo por culpa de un gobierno ineficiente.
Yo viví una
situación privilegiada comparada con otras personas, tenía una manera de
transportarme y no dependía del inexistente transporte público, tenía el agua
potable suficiente, además de que contaba con dos personas en las que apoyarme,
ahora me pongo en los zapatos de aquellas madres solteras –o familias en
general– con niños pequeños, aquellos que el agua no les fue suficiente y tuvieron
que literalmente parir agua, buscar en ríos y todas aquellas situaciones que
dificultan la vida de las personas
En las 81
horas que estuve sin electricidad, y todas las veces que recorrí Valencia, en
la ciudad no vi ni un solo punto del gobierno donde repartieran comida, agua, o
alguna forma de cargar los celulares para ayudar a las personas, entonces
¿Dónde queda el amor de este gobierno por este pueblo? ¿Dónde está la ayuda a
los más necesitados? Todo es una mentira que tristemente hay personas que aun
la creen.
No existe tal
guerra eléctrica, solamente la ineficiencia, e incompetencia de personas que se
han robado el dinero de toda una nación, que aún en crisis siguen robando y se
siguen burlando de las personas mientras se les revientan los bolsillos de
dinero ¿Hasta cuándo?
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