Necesitaba con urgencia maquinas de afeitar -eso por no
nombrar jabón de baño, shampoo, todo en realidad-, debí haber usado la que
tenía tanto tiempo que ya necesitaba desecharla más por cuestión de higiene que
de otra cosa, los martes son los días en el que según nuestro “nuevo” y no
eficiente, sistema de compras, que puedo adquirir productos por el terminal de cédula, la noche anterior al mencionado día, me mentalicé a que debía
levantarme temprano para poder ir a comprar, o bueno a hacer la cola; cosa
difícil ya que si estas de vacaciones lo menos que quieres hacer es eso
–desventajas de vivir en la revolución–. Me levante a las siete de la mañana, ¡joder, que
tarde voy! – Pensé– Me alisté lo más rápido que pude, y baje al farmatodo ubicado
en el CC La Granja. siete y treinta, vi una pequeña cola me acerque a ella
–¿Disculpe esta es la
cola para farmatodo? –Sí,
bueno para que tomes el número.
Cuando recibo el
número, grata sorpresa. #367, Ok, tenia que esperar a que 367 personas pasaran
primero que yo, y aun no abrían el local si quiera. Afortunadamente actualmente
vivo detrás de La Granja, por lo que me decidí a irme a esperar un rato allá,
además de desayunar. Cuando regrese al centro comercial, eran las 9:30 am
.
.
–Señora, disculpe. ¿Cual numero esta pasando? –Bueno, creo que por el 230 o algo así –Ok,
gracias.
Me ubico donde se supone me
tocaba según mi número, gracias a Dios, en el centro comercial hay donde sentarse,
a los minutos se me acerca un chamo, se los describiré, 22 – 24 años
aproximadamente, gorra plana, bolso en la espalda –bastante grande en realidad–,
piel morena quemada por el sol, acento y forma de hablar un poco popular por
así decirlo, bachaquero.
–Pana, ¿cómo estás? ¿Y tú que
compras? Porque hay pañal, leche de fórmula, gelatina. ¿Andas comprando
eso. Me preguntó, con afán
La verdad a mí no me interesaba
comprar nada de eso, pero como tampoco me interesaba continuar aquella
“conversación”, ni tener mas contacto con aquel individuo, ni mucho menos
apoyarlo en sus andanzas, le respondí. –Sí, ajá. Si bueno, supongo que si la
verdad, como no se consigue nada, y yo tengo familia así que si, voy a comprar
todo lo que pueda, total ya estoy haciendo la cola.
–Bueno pana, cualquier cosa si no
quieres, la compras de todas formas yo ando con una gente, ahí nos ponemos de
acuerdo y yo te la pago.
Se alejó, murió la conversación y
lo perdí de vista. La cola, avanza, con cada diez personas que entran al local,
son como veinte minutos más de espera, me quejo en mi mente, escucho a los que
están a mi alrededor, detallo como por enésima vez el letrero de Óptica Caroni,
estudiando todos los ángulos, detalles, la forma de las líneas; avanza la cola
otra vez, aun no entro al establecimiento, suelto un gran suspiro de
exasperación.
– ¿Primera vez en la cola? Me
pregunta una señora de unos cuarenta y tantos años
– Bueno, la verdad es que como la segunda, pero no logro acostumbrarme a esto.
– Acostúmbrese, que ahora es que nos falta, allá adentro es como una hora más, uno aquí pierde la juventud, pierde horas de trabajo, por eso es que yo compro todo lo que puedo, y después lo cambio, por lo que necesite, así que compre todo porque después de esta cola. Mis hijos, se van a ir del país en enero, no se han ido esperando a ver qué pasa con las elecciones, pero no tienen muchas esperanzas ya compraron los boletos.
– Imagínese, yo estoy aquí porque no tengo clases en la universidad y no trabajo, pero aquí hay tantas mujeres embarazadas que deben trabajar, pierden un día completo de trabajo; si bueno muchas veces dejar el país parece la única opción, muchos estamos esperando eso, a ver qué pasa con el país para tomar una decisión, casi todos mis amigos y familiares me comentan eso.
– Bueno, la verdad es que como la segunda, pero no logro acostumbrarme a esto.
– Acostúmbrese, que ahora es que nos falta, allá adentro es como una hora más, uno aquí pierde la juventud, pierde horas de trabajo, por eso es que yo compro todo lo que puedo, y después lo cambio, por lo que necesite, así que compre todo porque después de esta cola. Mis hijos, se van a ir del país en enero, no se han ido esperando a ver qué pasa con las elecciones, pero no tienen muchas esperanzas ya compraron los boletos.
– Imagínese, yo estoy aquí porque no tengo clases en la universidad y no trabajo, pero aquí hay tantas mujeres embarazadas que deben trabajar, pierden un día completo de trabajo; si bueno muchas veces dejar el país parece la única opción, muchos estamos esperando eso, a ver qué pasa con el país para tomar una decisión, casi todos mis amigos y familiares me comentan eso.
Entramos al establecimiento, la
odisea estaba a punto de terminar –o eso creía yo–. Merodeé, el local
aprovechando que esta nueva amiga me guardaba la cola, a ver que conseguía, vi
crema de dientes, y no pude evitar pensar en Vanessa Senior y el escándalo que
armo en farmatodo por unas pastas de dientes, y que pasaría si todos nos quejáramos
de esa forma. Compré unas medicinas que necesitaba, ya que la cola para pagar
parecía la del CNE, misión morrocoy, disponía de tiempo suficiente; dejaron
pasar a otro grupo de personas, las cuales cabe destacar ya no tenían número, así
que estaban a la suerte de poder comprar si sobraban productos. Daba la
casualidad que habían tres guardias, dos hombres y una mujer, que estaban esperando
que todas las personas con números compraran para ellos también comprar, tengo
que admitir que el comportamiento de estos, fue muy respetuoso, charlaban con
las personas, y hasta se quejaban de la situación del país; de un momento a
otro con la llegada de otro grupo de personas se descontrolo la fila que se
había armado dentro del farmatodo, los guardias como por instinto más que otra
cosa, pidieron a todos con mucha educación que se formaran de cierta manera,
que los que tenían numero eran los primeros, todo bien, hasta que una señora,
bachaquera cabe destacar, que se estaba coleando como popularmente lo llamamos
aquí, empezó a discutir con el guardia, él le dijo, que se podía quedar ahí si tenía
número.
–BUENO, Y A TI QUE TE PASA
GUARDIA? AQUÍ LOS QUE TIENEN DERECHO DE ORDENAR SON LOS DE FARMATODO, TU NO.
Falta de respeto, pidiéndome que te muestre el número, grosero.
–Aja, señora pero no me grite y cálmese, yo solo estoy poniendo orden y no le estoy faltando el respeto. Le replicó el guardia. –No me calmo nada grosero, pidiéndome que te lo muestre, no te voy a mostrar nada.
–Aja, señora pero no me grite y cálmese, yo solo estoy poniendo orden y no le estoy faltando el respeto. Le replicó el guardia. –No me calmo nada grosero, pidiéndome que te lo muestre, no te voy a mostrar nada.
Nunca entendí, la exaltación de
la señora, al final el guardia la ignoró por completo, aunque ella seguía
insistiendo.
–Sí, quiere que le muestre el
número, pues no te voy a mostrar nada, ni el número ni otra cosa más, que eso
es lo que quieres de mí. Esta última oración lo dijo con el tono más alto que
pudo.
Aunque la situación me estaba
resultando un poco jocosa, el estrés de tener 3 horas ahí solamente para
comprar unas piches máquinas de afeitar que era por lo que yo me había
levantado, me parecía simplemente indignante. Al final si pude comprar todo lo
que necesitaba, más una leche de fórmula para bebes, que se la di a una señora,
que más que necesitada, se veía cansada de tener que estar calándose esas colas
para alimentar a sus hijos porque tenía gemelos según lo que me contó
No escribo, esto solo para
quejarme de la situación del país, sino para reflexionar un poco. Estas vainas
de durar 5 horas en una cola, pararse a las cuatro de la mañana por un pollo, pelear en los
establecimientos, estas no son vainas normales, de verdad que no, no te
acostumbres a ello, adáptate si, tal vez, porque hay que sobrevivir, no te
acostumbres, ni digas es “normal” o “hay que acostumbrarse a ello”. Esto no es
algo normal, ni algo con los que venezolanos tengamos que vivir a diario. Y lo
más importante, VOTA EL 6 DE DICIEMBRE, e invita otros a que lo hagan también. No dejes que te roben la felicidad.
“¿Se puede robar la felicidad? ¿O
es sólo otro infernal truco humano” Markus Zusak. La Ladrona de Libros.