Caminaba en un día inusual,
decidí no quedarme en la facultad hasta las cuatro de la tarde en vez de eso, pensé
que sería agradable llegar temprano a la residencia, el sol estaba en su punto
mas alto doce del mediodía, los rayos solares escocían en la piel por lo que
trataba de acelerar el paso para llegar a la parada para tomar el autobús,
observaba la anti simetría de la calle, el mal estado de la misma y como esta
descuadraba con el paisaje montañoso de Naguanagua pero calzaba tan
perfectamente con el resto del área metropolitana de Valencia a excepción tal
vez de San Diego, estaba hablando con Brenda sobre lo inentendible que era la última
clase de Aníbal ella flanqueaba a mi derecha, estaba en lo cierto su respuesta
fue “¿A quién se le ocurre mandarnos a calcular la aceleración de una pelota
que se lanzaría desde el espacio?” cosas de estudiar Ingeniería y te toque un
profesor demente, mientras caminaba los divise por casualidad a mis dos amigos
los conocía hace poco pero me son tan familiares como si los conociera desde el
día de mi nacimiento son unos de los mejores que puedes tener, los salude y seguimos
caminando, mientras lo hacía pensaba que no estaba en la misma conversación o
en el mismo plano que German y José, era como si me fuesen colocado un aparato
y solo escuchaba balbuceos y no podía entender nada, llegamos a la parada
y esperamos el autobús me despedí de
Brenda que tomaba su propio camino.
Mientras
esperaba, como la mayoría de las veces deje volar mi imaginación, siempre lo he
hecho creo que es mi forma de liberar cualquier presión a veces me sorprendo
viviendo otras vidas o imaginando como seria que pasara algo emocionante que me
sacara de la rutina así tipo en los libros y películas, viendo hacia el
infinito algo llamo mi atención un sujeto que se acercaba con cara de pocos
amigos hacia nosotros, mi cerebro tardo un segundo en reaccionar pensé –esto ya
lo he visto antes, esta forma de actuar me resulta familiar- voltee hacia
atrás y efectivamente tenía razón, un anillo de 5 sujetos más nos rodearon,
cabe destacar que estos sujetos parecían un mal chiste de la inseguridad la he
vivido tantas veces que me parece un chiste que todos los ladrones tengan ese
singular, familiar y fuerte parecido entre ellos, como que es que van a una
institución de “como ser el mejor ladrón”. Esta vez el tiempo no se ralentizo
como la primera vez que había vivido algo así en lo que no sabía lo que ocurría,
esta vez era distinto no estaba solo, mis amigos también, luego lo que escuche
fue “Les voy es hablar es claro denme todo lo que tengan y callados si no los
quiebro aquí mismo” no pude evitar pensar –como esta pasando esto otra vez,
¿hasta cuándo?- desvié mi mirada hacia German, se veía mas blanco de lo usual
casi podía leer la expresión de su rostro la exasperación, la indignación y
rabia de estar en esa situación, y luego escucho “¿Qué están esperando pues?”
para mi suerte no se si buena o mala ya había vivido una experiencia como esta,
mi Smartphone en ese momento el BlackBerry 9300 estaba a salvo en vez de eso
ya siendo precavido con anterioridad
solo tenía un Nokia de esos que se consiguen “baratos” en 600 bs, lo entregue
sin oponer resistencia; mis familiares y especialmente mi mama siempre me
decían “Lo mejor que puedes hacer es
entregar el teléfono sin oponer resistencia uno nunca sabe” hemos normalizado
una situación tan anormal que ya tenemos un modelo de conducta asociado a este
tipo de situaciones; German y Jose hicieron lo mismo no sin antes soltar un par
de maldiciones para con los ladrones, hasta que vi asomado un reflejo plateado
en la mano de uno de ellos, me basto con una seña para bueno calmar los ánimos
y dejar que los sujetos se fueran como diría cualquier venezolano víctima de la
violencia “uno no saben si están armados, si están drogados, lo mejor es no
ofrecer resistencia” .
Luego
de que nuestros asaltantes de alejaran hacia otra posible victima lo único que
pude decir fue “Esto no puede estar pasando otra vez” la sensación de ser tan
vulnerable, de no tener seguridad, no poder confiar en nadie nada mas que en ti
y en aquella persona que tienes certeza de conocer muy bien, lo peor sentir que
puedes ser despojado de tus pertenencias y tu vida a manos de otra persona que
según su aspecto podría ser tu compañero de clases, tu amigo, o aquella persona
que se sienta al lado tuyo en el autobús. Solo quedaba seguir viviendo el día
como si nada hubiese ocurrido solo un día normal, un robo normal, una cifra más
en Venezuela
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