lunes, 23 de septiembre de 2013

Inseguridad 2.0

    Caminaba en un día inusual, decidí no quedarme en la facultad hasta las cuatro de la tarde en vez de eso, pensé que sería agradable llegar temprano a la residencia, el sol estaba en su punto mas alto doce del mediodía, los rayos solares escocían en la piel por lo que trataba de acelerar el paso para llegar a la parada para tomar el autobús, observaba la anti simetría de la calle, el mal estado de la misma y como esta descuadraba con el paisaje montañoso de Naguanagua pero calzaba tan perfectamente con el resto del área metropolitana de Valencia a excepción tal vez de San Diego, estaba hablando con Brenda sobre lo inentendible que era la última clase de Aníbal ella flanqueaba a mi derecha, estaba en lo cierto su respuesta fue “¿A quién se le ocurre mandarnos a calcular la aceleración de una pelota que se lanzaría desde el espacio?” cosas de estudiar Ingeniería y te toque un profesor demente, mientras caminaba los divise por casualidad a mis dos amigos los conocía hace poco pero me son tan familiares como si los conociera desde el día de mi nacimiento son unos de los mejores que puedes tener, los salude y seguimos caminando, mientras lo hacía pensaba que no estaba en la misma conversación o en el mismo plano que German y José, era como si me fuesen colocado un aparato y solo escuchaba balbuceos y no podía entender nada, llegamos a la parada y  esperamos el autobús me despedí de Brenda que tomaba su propio camino.
    
    Mientras esperaba, como la mayoría de las veces deje volar mi imaginación, siempre lo he hecho creo que es mi forma de liberar cualquier presión a veces me sorprendo viviendo otras vidas o imaginando como seria que pasara algo emocionante que me sacara de la rutina así tipo en los libros y películas, viendo hacia el infinito algo llamo mi atención un sujeto que se acercaba con cara de pocos amigos hacia nosotros, mi cerebro tardo un segundo en reaccionar pensé –esto ya lo he visto antes, esta forma de actuar me resulta familiar- voltee hacia atrás y efectivamente tenía razón, un anillo de 5 sujetos más nos rodearon, cabe destacar que estos sujetos parecían un mal chiste de la inseguridad la he vivido tantas veces que me parece un chiste que todos los ladrones tengan ese singular, familiar y fuerte parecido entre ellos, como que es que van a una institución de “como ser el mejor ladrón”. Esta vez el tiempo no se ralentizo como la primera vez que había vivido algo así en lo que no sabía lo que ocurría, esta vez era distinto no estaba solo, mis amigos también, luego lo que escuche fue “Les voy es hablar es claro denme todo lo que tengan y callados si no los quiebro aquí mismo” no pude evitar pensar –como esta pasando esto otra vez, ¿hasta cuándo?- desvié mi mirada hacia German, se veía mas blanco de lo usual casi podía leer la expresión de su rostro la exasperación, la indignación y rabia de estar en esa situación, y luego escucho “¿Qué están esperando pues?” para mi suerte no se si buena o mala ya había vivido una experiencia como esta, mi Smartphone en ese momento el BlackBerry 9300 estaba a salvo en vez de eso ya  siendo precavido con anterioridad solo tenía un Nokia de esos que se consiguen “baratos” en 600 bs, lo entregue sin oponer resistencia; mis familiares y especialmente mi mama siempre me decían “Lo mejor que puedes  hacer es entregar el teléfono sin oponer resistencia uno nunca sabe” hemos normalizado una situación tan anormal que ya tenemos un modelo de conducta asociado a este tipo de situaciones; German y Jose hicieron lo mismo no sin antes soltar un par de maldiciones para con los ladrones, hasta que vi asomado un reflejo plateado en la mano de uno de ellos, me basto con una seña para bueno calmar los ánimos y dejar que los sujetos se fueran como diría cualquier venezolano víctima de la violencia “uno no saben si están armados, si están drogados, lo mejor es no ofrecer resistencia” .

                
   Luego de que nuestros asaltantes de alejaran hacia otra posible victima lo único que pude decir fue “Esto no puede estar pasando otra vez” la sensación de ser tan vulnerable, de no tener seguridad, no poder confiar en nadie nada mas que en ti y en aquella persona que tienes certeza de conocer muy bien, lo peor sentir que puedes ser despojado de tus pertenencias y tu vida a manos de otra persona que según su aspecto podría ser tu compañero de clases, tu amigo, o aquella persona que se sienta al lado tuyo en el autobús. Solo quedaba seguir viviendo el día como si nada hubiese ocurrido solo un día normal, un robo normal, una cifra más en Venezuela